Rodolfo
Alonso, director de la nueva colección La Gran Poesía
El
poeta y editor habla de la Editorial Universitaria Villa María, que abre su
colección con antologías de Charles Baudelaire y Dino Campana: “Tenemos las
mayores ambiciones y las mayores exigencias, tanto como conciencia de nuestras
limitaciones”.
La lengua de la memoria se suelta. “Parece
mentira”, dice el poeta Rodolfo Alonso, director de la nueva colección La Gran
Poesía, editada por Eduvim, que presenta dos antologías bilingües: Mi bella
tenebrosa, de Charles Baudelaire, y Cantos órficos, de Dino Campana, el próximo
miércoles en la Biblioteca Nacional, junto con Daniel Freidemberg y Cristina
Banegas. “Todo empezó en México, a comienzos de mayo de 2012, y ya tenemos los
dos primeros títulos”, celebra. “Yo estaba en Xalapa, presentando mis Poemas
pendientes, editados por la Universidad Veracruzana, y la poesía completa de
Juan Gelman.” Entonces conoció a Carlos Gazzera, director de la Editorial
Universitaria Villa María (Eduvim), un sello que es como “la Eudeba del
interior”. Gazzera le propuso el proyecto y el poeta no dudó. “Acepté de
inmediato. ¡Si era un sueño cumplido!”, reconoce Alonso. El destino manifiesto
de esta colección es “la resurrección de obras y autores tan esenciales como
ninguneados, casi desaparecidos”. “Los lectores de hoy se merecen conocer a los
grandes maestros de la poesía moderna y de la alta vanguardia. No acepto que la
oprimente sociedad del espectáculo logre implantar aquel lúcido aserto de Discépolo
en su premonitorio tango ‘Cambalache’, de 1935: ‘¡Todo es igual! ¡Nada es
mejor!’.”
Alonso fue el más joven de Poesía Buenos Aires, revista de
creación, reflexión y traducción. “Alrededor de los 22, Edgar Bayley me propone
los ensayos de Pavese, que traduje con Hugo Gola. Después, Aldo Pellegrini me
invita a traducir Pessoa, por primera vez en América latina y primera de los
heterónimos en castellano. Casi a la vez, Aldo me encarga una gran antología de
Ungaretti, y Lautaro, la poesía completa de Pavese. En el ’66, un joven alemán,
Klaus Vervuert, se presentó en casa para que traduzcamos juntos poesía alemana
de posguerra. Fuimos de los primeros con poemas de Paul Celan. Y, siempre para
mi asombro, todo eso fue sólo el comienzo”, subraya el poeta, traductor y
editor en diálogo con Página/12.
–¿Por
qué decidió empezar la colección con Baudelaire y Dino Campana?
–Mi bella tenebrosa, antología esencial de Charles Baudelaire,
porque es el padre de la poesía moderna. Y el primer “poeta maldito”, una
persona excepcional. Las flores del mal o sus Pequeños poemas en prosa son dos
obras maestras. Pero como crítico agudo, incluso en arte fue pionero. Y como
traductor, primero en hacerlo con (Edgar Allan) Poe, ese norteamericano de
quien desciende la poesía europea moderna, de Baudelaire a Mallarmé. Cantos
órficos, antología del único libro homónimo que editó Dino Campana, porque es
otra gran figura de alta dimensión, también poeta maldito pero mucho más
aislado, menos percibido. Autor de ese solo libro, de increíble originalidad y
resonancia, vivió y murió en hospicios. Y estuvo en Argentina, en La Pampa. Y
le dejó huellas tan hondas que no sólo aparecen explícitas en varios poemas,
sino que fueron su blasón, el lema que orientó toda su obra.
–¿Cuáles
serán los títulos que se lanzarán durante este año?
–La razón ardiente, antología esencial de Guillaume Apollinaire,
otro poeta extraordinario; Dentro-de luz, casi un inédito de Miguel Hernández;
y otra antología: La asesina rubia, de Emily Dickinson, en versión de Raúl
Gustavo Aguirre. Seguirán Lluvia oblicua, dos tomos de poesía portuguesa del
siglo XIX al XX; Airiños, airiños aires, antología de Rosalía de Castro; Poesía
francesa moderna, otra versión de Aguirre; todo lo que queda de Safo de Lebos,
traducida por Oscar Andrieu; Cartas sobre la Poesía, de Mallarmé; España,
aparta de mí este cáliz, del gran peruano universal César Vallejo; Los textos
fundamentales de la poesía moderna, de Baudelaire, Mallarmé y Rimbaud. Haré lo
imposible por reeditar a Ricardo E. Molinari, ausencia escandalosa e injusta. Y
la célebre antología de René Char que logró Aguirre.
–¿Qué
poetas le parecen ineludibles cuando hablamos de poesía universal?
–Imaginarse capacitado para abarcar toda la gran poesía universal,
más que utopía es delirio. No sólo por sus dominios y alcances, infinitos en
tiempo o espacio. Sino por nuestros condicionamientos concretos: especialistas,
antólogos, críticos, traductores y hasta textos efectivamente disponibles. Aun
así, tenemos las mayores ambiciones y las mayores exigencias, tanto como
conciencia de nuestras limitaciones. Yo asumo el riesgo. Y la dicha de
encararlo. Precisamente en la época que nos toca vivir, controlados y regidos
por la tecnolatría, por el ruido universal y ubicuo, por la dictadura del mercado
y la marea abrumadora de banalidad globalizada. Como predijo Baudelaire, la
poesía “se hace negación de la iniquidad”.
–Algunos
dicen que Eduvim es como “la Eudeba del interior”. ¿Qué opina usted?
–El catálogo más que respetable de Eduvim, sello editorial de la
Universidad Nacional de Villa María, hace que se aluda a ella como “la Eudeba
del interior”. O sea, una gran editorial universitaria, de amplios criterios
humanistas y sin fines de lucro, con vocación de servicio y que no sólo aspira
–ya lo está haciendo– a cubrir desde Córdoba el país entero, sin olvidar la
capital, sino extenderse mucho más allá, sobre todo a través de redes
interuniversitarias regionales. Formar parte de ese proyecto con una colección
dedicada exclusivamente a La Gran Poesía es una alegría y un honor. Que asumo
como un compromiso personal. Con sagrado respeto por la “gloria de la lengua”,
como bien dijo Dante. Y con la máxima calidad, no sólo en su factura, sino en
la forma de hacerla realmente pública, en ponerla al alcance. Como nunca debió
dejar de ser.
* La Gran Poesía
se presenta mañana a las 19 en la Biblioteca Nacional (Agüero 2502).
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